Apenas unas horas después de confirmarse la muerte de Miguel Ángel Russo, los hinchas de Rosario Central se acercaron al mural que lleva su rostro en el barrio 7 de Septiembre para despedir al ídolo que les devolvió la gloria.
La esquina, donde el azul y amarillo dominan cada pared, se transformó en un santuario. Decenas de personas encendieron velas, dejaron flores y camisetas, y entonaron cánticos futboleros en honor al técnico campeón.
En medio del silencio interrumpido por los aplausos y los fuegos artificiales, se sintió la magnitud del cariño que el pueblo canalla le profesa a “Miguelo”.
El mural muestra el escudo de Central junto a una estrella con el número 23, símbolo del título obtenido bajo su conducción. La obra fue realizada por los propios vecinos y visitada por el propio Russo tiempo atrás.
“La gloria no tiene precio”, reza la frase pintada sobre su retrato. Anoche, esas palabras cobraron un nuevo sentido: el legado de Miguel Ángel Russo quedó grabado no solo en la historia del club, sino también en el corazón de un barrio que sintió la pérdida como propia.
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