“El cáncer de próstata es un tumor que se desarrolla en la glándula que está ubicada debajo de la vejiga y rodea al segmento inicial de la uretra. En sus etapas tempranas suele ser asintomático, lo que hace que la detección precoz sea especialmente importante” comenta el Dr. Norberto Bernardo (MN 77.886), jefe de la División Urología del Hospital de Clínicas de la UBA.
“Uno de los principales problemas que dificultan la lucha contra esta enfermedad está relacionado al desconocimiento, la falta de síntomas reconocibles y los prejuicios de la población masculina sobre el cáncer de próstata. Una problemática aún persistente es que algunos pacientes no realizan los controles anuales y se pierde la oportunidad de diagnosticar el cáncer precozmente. Por esta razón es necesario enfatizar en la importancia de realizar la detección precoz del cáncer de próstata”, resalta Bernardo.
Los principales factores de riesgo están asociados a la edad, ya que la enfermedad es más común en hombres mayores de 50 años, y el riesgo aumenta significativamente después de los 65 años. Otros factores de incidencia directa incluyen una dieta alta en grasas saturadas, obesidad y falta de actividad física regular. Los antecedentes familiares de la enfermedad también juegan un papel importante, ya que los hombres con parientes cercanos que han tenido cáncer tienen un mayor riesgo de desarrollarla. En este caso, deben iniciar los chequeos a los 40.
Sin embargo, a medida que la enfermedad avanza, pueden aparecer los siguientes síntomas:
1- Problemas urinarios: dificultad para comenzar o detener el flujo de orina, necesidad frecuente de orinar, especialmente durante la noche, sensación de no poder vaciar completamente la vejiga, flujo de orina débil o interrumpido.
2- Sangre en la orina o en el semen: presencia de sangre en la orina (hematuria) o en el semen (hemospermia). Estos síntomas suelen ser los más alarmantes y la principal causa de que los hombres acudan a una consulta médica.
3- Dolor en la región pélvica o en la parte baja de la espalda: malestar o dolor persistente en la zona de la próstata, pelvis o espalda baja. El dolor puede ser constante o intermitente.
4- Disfunción eréctil: dificultad para lograr o mantener una erección.
“Se puede realizar la detección temprana a través de exámenes de rutina, como el antígeno prostático específico (PSA) y el examen rectal digital (ERD), que es fundamental para un diagnóstico precoz del cáncer de próstata, incluso en ausencia de síntoma. Una vez detectado a través de la biopsia se procede a realizar la estadificación para determinar si el tumor está localizado o diseminado. Para ello se utiliza el centellograma óseo y la tomografía computada de abdomen y pelvis”, comenta Bernardo.
“El tratamiento consiste en la extracción de la próstata y las vesículas seminales que puede realizarse por vía abierta, laparoscópica o robótica. La radioterapia puede ser convencional o hipofraccionada y además puede realizarse terapia focal con braquiterapia que consiste en implante de semillas radioactivas. Cuando el tumor es de bajo nivel de agresividad puede vigilarse anualmente. En el área de las cirugías se ha avanzado en técnicas mínimamente invasivas utilizando la laparoscopia en su versión convencional y asistida por robot con el objetivo de lograr una recuperación rápida con menores complicaciones.”, finaliza el urólogo.
Cáncer de vejiga
El cáncer de vejiga (o cáncer vesical) es un tumor que se origina en las células de este órgano. En muchos países es uno de los cánceres urológicos más frecuentes. En Argentina, según datos del Observatorio Global del Cáncer para 2020, se estimaron 3.713 casos nuevos para este tipo de cáncer (2.955 en hombres, 758 en mujeres). También se estima que provoca unas 1.611 muertes al año en el país.
“En Argentina, el manejo del cáncer vesical enfrenta desafíos como la desigualdad geográfica y de acceso a tratamientos complejos, especialmente en zonas con menor infraestructura. La falta de conciencia y el diagnóstico tardío retrasan el inicio del tratamiento. La alta tasa de recurrencia exige sistemas eficaces de vigilancia y seguimiento. Además, se necesita impulsar la investigación local sobre factores genéticos y ambientales, así como mejorar el acceso a terapias modernas y ensayos clínicos y que las políticas públicas integren prevención, control del tabaco y fortalecimiento del sistema sanitario”, sostiene el Dr. Bernardo.
Principales factores de riesgo
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Tabaquismo: uno de los más potentes. Muchos carcinógenos del tabaco se excretan por la orina y afectan la vejiga.
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Exposición Laboral: trabajos con tintes, pinturas, productos químicos del petróleo, caucho, industria textil, entre otros, se asocian al cáncer vesical.
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Arsénico en el agua: en ciertas regiones de Argentina, como la provincia de Córdoba, se ha observado una asociación entre niveles moderados de arsénico en agua de pozo y mortalidad por cáncer de vejiga.
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Metabolismo del arsénico: estudios han analizado cómo varía la capacidad del cuerpo para procesar arsénico en personas con cáncer de vejiga en Argentina.
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Sexo y edad: el cáncer de vejiga es mucho más frecuente en hombres que en mujeres. También es más común en personas mayores de 60 años.
Cuanto más temprano se detecte, mejores son las posibilidades de tratamiento eficaz. Los síntomas pueden ser relativamente “visibles” si se les presta atención. Algunos de los más frecuentes son presencia de sangre en la orina, con o sin dolor, el signo más característico; sensación de ardor o dolor al orinar; necesidad de orinar con más frecuencia o urgencia; dolor en la zona baja del abdomen o en región lumbar.
Si hay invasión local o metástasis pueden presentarse síntomas tales como pérdida de peso, fatiga, etc. La cistoscopia es la prueba fundamental para visualizar la vejiga e identificar lesiones sospechosas, permitir biopsias y orientar el tratamiento. También se usan estudios de imagen (ecografía, tomografía, resonancia) y análisis de orina (citologías) como parte del abordaje diagnóstico.
Las estrategias terapéuticas para el cáncer de vejiga varían según la etapa del tumor y el estado del paciente. En tumores no músculo invasivos, se extirpa el tumor visible mediante endoscopia y tratamientos intravesicales. En casos más avanzados, se recurre a cistectomía, quimioterapia, radioterapia y, en algunos casos, inmunoterapia y terapias dirigidas, especialmente en enfermedad metastásica.
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