Portada  |  02 mayo 2019

Día Mundial contra el Acoso Escolar: falsas creencias sobre el bullying

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Hoy, Día Mundial contra el acoso escolar, vale la pena recordar que los de bullying no son casos aislados ni un problema educativo residual.

El acoso escolar es un problema global que afecta a todos (familias, profesores y alumnos), pero que en muchas ocasiones no se percibe como tal, a pesar de que sus consecuencias pueden ser graves y permanentes.

Según Irene Montiel, doctora en Psicología y profesora del grado de Criminología de la Universitat Oberta de Catalunya, aún existen falsas creencias que restan importancia a sus consecuencias y que impiden un abordamiento rápido y eficaz del problema.

A continuación se recogen algunas de estas afirmaciones que al día de hoy aún están muy extendidas:

1. Sólo es bullying si existe violencia o agresiones físicas

El acoso escolar también puede ser verbal (insultos, desprecios…) o relacional (“No te invito a mi cumpleaños, y al resto sí”, “No te sientas con nosotros”) y su objetivo es el aislamiento social.

El bullying sin violencia física suele ser más difícil de detectar porque es más sutil, apunta Irene Montiel, y sobre todo los adolescentes, llegan incluso a no considerarlo acoso, en parte por estas falsas creencias que todavía están muy extendidas en la sociedad.

2. Siempre ha existido, ¡son cosas de niños!

Ni son cosas de niños ni hay que aceptarlo, restarle importancia o pensar que desaparecerá si se deja pasar. La frase “esto ha ocurrido toda la vida” no lo legitima. Y afirmaciones como “los niños de ahora no aguantan nada” o “nadie se ha muerto de esto” no hacen sino esconder un problema real que debe abordarse correctamente.

3. Te hace más fuerte

Todo lo contrario. La mayoría de los niños, niñas y adolescentes son fuertes y resilientes, es decir, consiguen superar la experiencia. Pero en muchas ocasiones, la víctima acaba experimentando estrés crónico y se vuelve cada vez más débil y vulnerable, no solo en esta fase infantil o juvenil. Diversas investigaciones científicas han demostrado que los niños que sufrieron acoso escolar son más proclives a seguir siendo víctimas en su etapa adulta.

4. Si es solo por internet, no es para tanto

El acoso por internet puede tener las mismas consecuencias psicológicas o incluso más graves. Pero, al igual que el bullying sin agresiones físicas, se tiende a restarle importancia, explica la profesora de la UOC.

Además, en el caso del ciberacoso, los testigos o los agresores pueden llegar a ser miles. Un tuit o un comentario en Facebook que se repite por cientos de usuarios multiplica el número de agresores y las probabilidades de causar un daño a la víctima. Además, el ciberbullying también aumenta “la sensación de indefensión e imposibilidad de escapar” de la víctima, que está 24 horas al día expuesta a los ataques en línea. Esto puede derivar en un “estado de paranoia” que atormenta a la víctima permanentemente.

5. Cualquier conflicto entre menores es bullying

No es cierto. Para que un conflicto entre menores sea considerado acoso escolar tienen que darse tres condiciones: la primera, que haya intención de hacer daño, de anular a la víctima; la segunda, que sea un comportamiento reiterado y sistemático a la misma persona, que no sea un ataque puntual; y, por último, que exista un desequilibrio de poder entre los agresores y su víctima.

6. Si supiera defenderse no sufriría acoso escolar

Esta falsa creencia está muy extendida, según explica Montiel. Incluso los padres llegan a culpar al niño con frases como: “Eres tonto porque no te defiendes”. Es cierto que hay niños con ciertas habilidades sociales que tienen menos probabilidades de sufrir acoso. Y también es cierto que hay que ayudar y dar herramientas a los pequeños para saber enfrentarse a las adversidades. Pero ningún menor tiene por qué saber cómo hacer frente a una situación de violencia de este tipo, que incluso los adultos no sabríamos gestionar si la viviéramos, por ejemplo, en nuestro entorno laboral.

7. Los niños siempre avisan si sufren un acoso grave

Está comprobado que en muchísimos casos prima “la ley del silencio”. Las víctimas se van hundiendo, se sienten cada vez más aisladas y llegan a creer que ni sus familiares pueden ayudarlas, explica Irene Montiel.

8. Es difícil que los padres y profesores se den cuenta

Es cierto que padres y profesores suelen tener dificultades para advertir el ciberbullying al no compartir redes sociales ni entornos virtuales con los menores. Pero cuando se trata de acoso tradicional, como explica la profesora de Criminología de la UOC, los profesores pueden darse cuenta con relativa facilidad, al menos de que algo en el grupo no funciona bien. Por su parte, los padres deben estar atentos a síntomas como bajada de rendimiento escolar, cambios de comportamiento, miedo de ir al cole… y ser muy accesibles emocionalmente con sus hijos e hijas, no avasallando a preguntas, pero sí dejando muy claro que están ahí dispuestos a escucharles.

9. Es mejor que lo solucionen entre ellos

No es cierto que sea mejor mantenerse al margen. Los adultos han de intervenir y dar herramientas tanto al acosador como a la víctima y a los testigos, figuras claves tanto para perpetuar el bullying como para eliminarlo.

(Fuente: La Vanguardia)

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