El municipio de Rosario presentó un proyecto ante el Concejo Municipal para modificar la normativa que regula la construcción de veredas y permitir el uso de hormigón raspinado en gran parte de la ciudad. Según detallaron, este material ya ha sido utilizado en diversos espacios públicos con resultados positivos en términos de durabilidad, seguridad y reducción de costos.
“Es un material de alta resistencia, antideslizante y perdurable en el tiempo, que a su vez permite simplificar la ejecución de la vereda, reduciendo etapas, plazos y costos de la obra”, puntualiza el proyecto.
Según el Ejecutivo, esta solución ayudaría a combatir problemas recurrentes como las baldosas flojas, que suelen representar un peligro para los peatones y generan altos costos de mantenimiento.
Sin embargo, por el momento quedará exceptuada el área central de la ciudad (entre Pellegrini, Oroño y el río), conservando las tradicionales baldosas de distintos tipos según la zona.
Una de las principales razones detrás de esta iniciativa es el impacto de las constantes intervenciones de empresas de servicios, como la EPE, que a menudo rompen las veredas para realizar reparaciones y dejan parches temporales o demoran en reconstruir adecuadamente las aceras.
Una idea que renace después de 30 años
El proyecto actual guarda similitudes con una iniciativa presentada en 1994 por el entonces concejal Jorge Boasso, quien en ese momento ya advertía sobre los problemas de las veredas de baldosas: roturas, desniveles y mosaicos flojos que dificultan el paso de los peatones y generan gastos innecesarios.
En su propuesta original, Boasso destacó que las veredas de hormigón permitirían ahorros significativos, mayor uniformidad y mejor estética urbana.
Consultado recientemente, el ex edil reflexionó: “Sabés la plata que se habría ahorrado el municipio por juicios y lo linda que estaría la ciudad”.
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