Una tragedia conmociona a una comunidad entera: tres miembros de una misma familia murieron tras quedar atrapados dentro de su vivienda durante un voraz incendio. La casa, protegida por rejas en todas sus aberturas para prevenir robos, se convirtió en una trampa mortal cuando las llamas comenzaron a expandirse. La impotencia de los vecinos, que intentaron colaborar con mangueras y fuentones de agua, no alcanzó para salvar a las víctimas, que no lograron escapar.
El hecho, ocurrido en las últimas horas, se volvió aún más indignante cuando trascendió que, tras el incendio, personas ajenas al barrio ingresaron a la casa siniestrada para robar pertenencias personales de la familia fallecida. Según un vecino de la vivienda lindera, delincuentes se llevaron un autito de juguete que pertenecía al niño fallecido, pinturas y hasta zapatillas. En uno de los casos, un sospechoso fue sorprendido cuando intentaba llevarse objetos y huyó en bicicleta, dejando parte del botín atrás.
“Es un horror. Murieron por estar protegidos por rejas, y aún así después les robaron. Es una locura, no tiene nombre”, expresó una vecina conmovida.
Los residentes del barrio, consternados por la doble tragedia, la pérdida de vidas y los robos posteriores, decidieron organizarse para custodiar la vivienda. “Tuvimos que poner alambres y vigilar entre todos, porque la puerta había quedado trabada y entraban igual”, explicó un vecino.
Desde la policía aseguraron que se reforzaron las rondas en la zona para evitar nuevos episodios delictivos. Sin embargo, los vecinos aseguran que la vigilancia no es constante.
Las primeras pericias de los bomberos descartan que el incendio se haya originado por una explosión de la moto que estaba en el interior de la casa. El fuego podría haberse iniciado por un desperfecto eléctrico o por el mal funcionamiento de un caloventor, aunque esta última hipótesis aún no fue confirmada oficialmente.
El barrio atraviesa horas de duelo, bronca y una fuerte sensación de injusticia. El miedo a los robos llevó a la familia a rejas que terminaron costándoles la vida. Y aún después de muertos, fueron víctimas del delito. Una imagen dolorosa que resume, con crudeza, una de las caras más oscuras de la inseguridad.
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