Portada  |  18 julio 2025

La historia de Maikol: un violín, un sueño y un mismo amor

“Siempre digo, la música está hecha para deleitar al corazón” dijo el joven de 16 años.

Rosario y la región

Maikol encontró un refugio, una pasión y un sueño que lo acompaña desde los 8 años: la música. Hoy, a sus 16 años, es un joven violinista que sueña con recorrer el mundo con su instrumento, pero sobre todo, vive la música como un “estilo de vida”.


“Para mí es todo, todo, todo… es como mi primer amor, no lo dejo por nada”, dice Maikol con una sonrisa que se le escapa mientras habla de su pasión por el violín. Su historia comenzó casi por casualidad, caminando de la mano de su papá por el barrio, cuando descubrió la Escuela Orquesta San Juan Diego. Allí, la música se volvió parte de su vida, de su identidad.


“Me acuerdo ese primer día, estaba re nervioso… no sabía ni cómo agarrar el violín”, recuerda. Pero la constancia y el acompañamiento de su familia y profesores fueron clave. “Me ayudaron, me motivaron, me decían: ‘andá a estudiar, repasar tal partitura’, y eso fue fundamental”, destaca.


Maikol pasó de aprender las primeras escalas en Suzuki 1 a presentarse como violinista solista juvenil de la Camerata Rosario, tocar con la Orquesta San Juan Diego y con el conjunto instrumental del Instituto Pro Música. Ha pisado escenarios importantes como el Teatro del Círculo. “La primera vez que me senté ahí sentí nervios, alegría, emoción, todo junto… el aplauso me desmoronaba en cualquier momento”, cuenta con emoción.


Pero más allá de los logros, Maikol tiene claro lo que representa la música en su vida “El violín es más que un instrumento, es mi sangre. Cuando lo toco me olvido de todo, es mi momento de tranquilidad, me conecta con mi corazón. Siempre digo, la música está hecha para deleitar al corazón”.


El joven sueña con recorrer el mundo, tocar en Europa y Latinoamérica, pero mantiene los pies en la tierra “Quiero estudiar periodismo también, tener otra salida laboral. Pero si la música me abre camino, no lo tomaría como trabajo… es un estilo de vida”, afirma.

La historia de Maikol también es un testimonio del poder del arte en los barrios y del rol fundamental de las familias. “Sin el acompañamiento de mis papás no estaría donde estoy. A ellos les debo todo”, dice con orgullo.

Mientras tanto, la Escuela Orquesta San Juan Diego sigue formando jóvenes como Maikol y necesita de la colaboración de la comunidad para seguir funcionando. Desde cuerdas para instrumentos hasta una computadora para imprimir partituras, cada aporte cuenta.


Maikol lo resume mejor que nadie “Esto es un mismo amor… algo que me tocó vivir y que, si Dios quiere, voy a seguir teniendo siempre”.

Comentarios