La terminal de ómnibus se convirtió en un verdadero hervidero de movimiento. Con la salida de decenas de colectivos y un ir y venir constante de pasajeros.
Entre los viajeros, se destacaron los jóvenes que regresan a sus ciudades de origen, muchos de ellos estudiantes o cadetes de la policía. “Estamos volviendo a casa”, contó uno de los chicos, mientras esperaba el colectivo a Casilda. La mayoría coincidía en una queja habitual: “Siempre tenemos el mismo problema, que no hay refuerzos... esperemos que sumen alguno para volver”, expresó una pasajera en referencia a la limitada oferta de pasajes en estas fechas clave.
Una valija gigante, un mate preparado y muchas historias personales le pusieron color a la jornada. “Yo no viajo, vine a entregar una encomienda”, explicó un señor mientras aguardaba la llegada de un micro desde Buenos Aires. Otros, en cambio, se disponían a disfrutar de un merecido descanso: “Y sí, fin de largo, hay que aprovechar. Hay salida”, comentó un grupo de cadetes.
Por otro lado, el clima complicaba la visibilidad en la ruta “Se levanta como un barrito, los parabrisas quedan teñidos y cuesta ver si alguien ilumina de frente”.
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