En un departamento ubicado en Ayacucho al 1700, María Noelia Saninello fue prendida fuego por su pareja. Fue el 28 de julio de 2021 y por fortuna vivió para contarlo.
“Fue un día como todos, llena de miedo, porque ya tenía miedo desde antes. Esa noche él llegó, yo estaba cocinando, se suscita otra discusión, de las mismas de todos los días y en la cual planteo irme. No me lo permite y después derivó en golpes, yo termino en el baño y de ahí no recuerdo más. No fue la primera vez que intentó quitarme la vida”, relató Noelia.
“Era vivir con miedo –continuó- esperar otra vez qué va a suceder, las discusiones, los gritos, y no saber si vas a seguir viviendo o no”.
Su hija de 12 años vio todo. “Ella en este momento está bien, sigue con su tratamiento, declaró en Cámara Gesell y va pudiendo exteriorizar lo que siente y lo que vivió”, expresó Noelia.
En efecto, esa noche ella le dijo a su hija “nos vamos con lo puesto”: “Esa tarde le dije, ‘nos vamos a tener que escapar con lo puesto’. Y ella sabía lo que pasaba porque había visto las situaciones de violencia. Hoy me dice que por lo menos terminé viva”.
Las secuelas físicas de las quemaduras son grandes, aunque nada comparado con las heridas emocionales. “Tengo que aprender a vivir con estas secuelas, no solamente con las marcas físicas, sino con las marcas emocionales. El poder volver a confiar y a creer es muy difícil”, dijo.
Noelia es docente del Colegio Misericordia. Durante los meses que pasó en el hospital recuperándose, sus alumnos, compañeras y su familia llenaron de velas y dibujos el frente del Heca, pidiendo por su vida.
Dice que ese amor la ayuda a seguir adelante y aspira a volver a ejercer la docencia: “Yo quiero volver a trabajar, a dar clases”.
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