Benjamín Biñale tenía apenas 6 años cuando una bala perdida le atravesó la cabeza en agosto de 2019, mientras se preparaba para jugar un partido de fútbol en una canchita del barrio Juan XXIII.
El disparo, proveniente de una de las tantas balaceras que se registraban en Rosario por aquellos años, cambió su vida y la de toda su familia para siempre.
Hoy, con 14 años, Benja lleva una placa de titanio en el cráneo y convive con las secuelas del ataque. Aunque puede hacer una vida relativamente normal, no puede practicar deportes de contacto ni exponerse a golpes, por lo que su pasión por el fútbol —de la que alguna vez fue protagonista— quedó truncada.
La Justicia le dio la espalda a su familia, al rechazar su reclamo por una compensación económica al Estado provincial.
El fallo judicial considera el hecho como un “caso fortuito”, desligando de responsabilidad al Estado. Sin embargo, su padre, Javier Biñale, expresó su indignación por la resolución:
“No comparto lo que dice el juez. No puede ser un caso fortuito que alguien salga con un arma y dispare al aire. El Estado debió prevenir, educar y cuidar. Nos cambió la vida y ahora nos dicen que no corresponde ayuda. Mi hijo está vivo de milagro”.
La familia reclama que el Estado reconozca el abandono y la falta de políticas preventivas en un contexto de violencia urbana que, en aquellos años, se cobró decenas de vidas inocentes.
Mientras tanto, Benja sigue creciendo, fuerte y sonriente, con el cariño de quienes lo acompañaron desde el primer día y con una lucha que aún busca justicia y reparación.
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