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El país que espera: Maximiliano, el chatarrero que espera una oportunidad
Durante años Maximiliano fue playero en una estación de servicio, pero con la pandemia quedó desocupado. Y con su mujer afectada por problemas de salud y cuatro hijos que mantener se tuvo que reinventar. Después de meses sin conseguir otro trabajo debió recurrir a un comedor comunitario para que sus hijos aliviaran el hambre. Desesperado, aceptó un carro que le regaló una vecina y empezó a ganarse la vida hurgando en la basura para buscar chatarra.
“Es muy triste, porque tengo hasta título secundario, pero no me queda otra que salir a revolver los contenedores de basura”, cuenta Maximiliano, de 29 años, que vive en el barrio Ejército de los Andes, más conocido como Fuerte Apache.
Todos los días sale a las 8 de la mañana de su casa y vuelve después del mediodía. A la tarde, a eso de las 7, vuelve salir hasta casi la medianoche. Ya tiene un circuito armado que incluye a los contenedores que hay en las inmediaciones del barrio y a algunos talleres industriales que le separan los desechos de metales.
Lo que junta se lo vende a un reciclador y así sobrevive junto a su familia. Es un trabajo tan duro como desagradable. Lleno de peligros para la salud. Mucho más en medio de la pandemia. Por eso a Maximiliano le duele tener que hacerlo. Pero mucho más, recordar el hambre de sus hijos.