*Por Fabián Scabuzzo
Este año tan especial no cuenta con los chicos en las aulas, a pesar de que se van a establecer cronogramas de regreso y que algunos alumnos reciben clases por videoconferencia o WhatsApp, la realidad que a nivel educativo, éste es un año perdido.
Es imposible volver normalmente a clases en la pandemia, aunque en algunos países han podido hacer algo al respecto y aquí se lo intenta replicar en provincias chicas y zonas sin contagios, en los grandes centros urbanos hay circulación comunitaria del virus y hasta la misma OMS advirtió que reabrir las escuelas "solo empeorará la situación".
Mientras tanto ¿Se está pensando en los nuevos paradigmas que plantea el regreso a la normalidad o la posible convivencia con el Covid en el ámbito escolar? Parece que no.
El etnolinguista, investigador y docente de la Universidad Nacional de Rosario Rodolfo Hachén hace una inmediata referencia a Francesco Tonucci, el psicopedagogo italiano que inspiró “la ciudad de los niños” en Rosario, un referente necesario de la educación. “El otro día leía a Tonucci que decía que el problema durante la pandemia era que la escuela pretendía mostrarse o llegar a los alumnos de manera virtual, pero conservando la misma estructura, ese es realmente el problema la escuela: no tiene la posibilidad de cambiar la forma de presentarse y desarrollar los conocimientos, a mí me parece y es fuerte lo que voy a decir, es que la escuela necesitaba una pandemia, necesitaba este año sabático para reflexionar para que los chicos tuvieran otras posibilidades, y que se pudiera poner en jaque, es decir en crítica, las maneras de transmisión de los conocimientos, la construcción de los conocimientos“ , y aclara: “cuando yo digo que la escuela necesitaba una pandemia es decir necesitaba un shock, porque hay un futuro distinto, hay forma de trabajos distintas y formas de pensar una ciudadanía distinta, el conocimiento se construye de otra manera” .
Con los chicos confinados la tecnología pretendió ser protagonista de esta etapa, con contenidos transmitidos por los mismos docentes, como si estuviera frente al aula, y tareas para después. Pero la realidad es que se acentuó la brecha digital entre quienes tienen internet, computadora o smartphone, y los que no cuentan con estas herramientas, un número abrumador y preocupante: hay provincias en donde más del 40 % de los alumnos no tienen internet o computadora.
“En la pandemia hubiera sido ideal que todos tuvieran las mismas posibilidades, pero la desigualdad social como siempre se manifiesta de forma importante y no todos los alumnos podían llegar a gozar de los privilegios de tener un acercamiento virtual” y avanza con la necesidad de reducir la cantidad de alumnos a cargo de un docente “yo creo que alguna de las cosas que va a quedar de la pandemia es que los grupos van a tener que ser necesariamente menores y esto era una exigencia educativa, también. No se puede estar trabajando con 30 alumnos en una misma aula” y defiende la contención del aula en el aprendizaje “lo más importante de la situación presencial es el concepto inteligencia distribuida, yo tengo quince alumnos, quince personas pensando una misma problemática entonces tengo quince cerebros que van a ofrecer quince respuestas diferentes con quince miradas diferentes para una misma cuestión, es decir eso es lo maravilloso del ámbito áulico, que podría darse por Zoom, sí, - y agrega - se tendría que neutralizar esta cuestión de la desigualdad social”
“Más allá de las cuestiones sanitarias, ya que no todas las escuelas están en condiciones de sostener. yo creo que se debería dar a grupos de alumnos muchísimo más reducidos, un trabajo consciente sobre la construcción del conocimiento y poder incorporar a este concepto lo que la virtualidad trae consigo, es decir, esta cuestión del hipertexto, es decir, de un conocimiento que va abriendo ventanas permanentemente y se va desarrollando multilateralmente, me parece que es lo que la escuela tiene que recoger de internet. Ahora bien, si después de la pandemia la escuela vuelve a tratar de imponer los conocimientos, ni siquiera construir conocimiento, no aprendimos nada”
Hachén es muy crítico con la gestión educativa provincial, dice que manifiesta poco interés y que ha desactivado algunas experiencias innovadoras de la que él fue parte, como la escuela “no graduada”, es decir, flexible y sin grados, que venía desarrollándose desde 1983 y que, en situación de pandemia, hubiera sido parte de la solución en la continuidad educativa.
- ¿Y el estado y los gremios están a tono con estas necesidades y cambios?
-No para nada, lo del estado es bastante complicado porque no ha acompañado esta nueva forma de pensar, ni esta nueva forma educativa, ni siquiera lo están planteando, siempre el planteo educativo estatal viene por otro lado. (…) Los gremios han estado muy ocupados siempre en la cuestión salarial, que tampoco han logrado resolver nunca, y en algún momento se plantearon también y se preocuparon por la cantidad de alumnos en el aula, y demás, pero no hay ni por parte de los gremios, ni por parte del estado, un estudio profundo de lo que implica un nuevo ámbito educativo en todo sentido: el físico, el ámbito psicológico, el ámbito por la diversidad que pueda planear y pensar en una forma nueva de educación , que esté acorde con las nuevas experiencias personales de los alumnos desde el género hasta sus inquietudes y expectativas”.
La falta de discusión sobre la problemática educativa se hace sentir, nuestro entrevistado recuerda aquellos encendidos cruces por la ley de educación promovida en tiempos menemistas, “Con todas sus consecuencias negativas, desde el debate de esa ley no se volvió a discutir la cuestión educativa, cómo se planifica, se estructura o se desarrolla una escuela nueva”. Esa escuela nueva, que duerme el sueño de los justos, se contrapone a la situación actual: “Hoy no hay una escuela motivadora, no se ha pensado en eso en cómo hacer de la escuela un ámbito motivador, y si no resultan ámbito motivador no va a facilitar de ninguna manera la construcción de conocimientos”.
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