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Apostar compulsivamente aumenta el riesgo de mortalidad
Los expertos tomaron como referencia los estados de cuentas bancarias de unas 100 mil personas, quienes revelaron que el gasto anual de cada una de ellas en apuestas rondaba los 1.850 dólares y destacaron que el uno por ciento destinó el 58 por ciento de sus ingresos para tal fin.
Los investigadores aseguran que pasar de ser jugador social a compulsivo puede llegar a ser cuestión de tiempo y que los daños financieros y un estilo de vida negativo acarrean daños la físicos y psíquicos. Esta situación es más angustiante en las personas con menos recursos.
Juga de manera desmedida hace que el dinero que se debía destinar al cuidado personal, educación, vida social o pasatiempos sea mal gastado proporcionando aislamiento social, problemas con las relaciones interpersonales y dificultad para dormir. Una mala calidad de vida que impacta de manera directa en la salud.