El país que espera: los que llegan a la feria

En los últimos meses, en un terreno ferroviario en Moreno se da cita una feria que se multiplicó y hoy alberga a 600 manteros que dos veces por semana llevan lo poco que les queda para sobrevivir.

Se quedaron sin trabajo, tuvieron que dejar sus oficios o abandonar sus comercios por la situación económica. Tuvieron que salir a vender a la feria sus cosas personales o los resabios de lo que fueron sus locales comerciales.

Quienes organizan la feria se sorprenden por el rápido crecimiento de la cantidad de personas que cada semana suman su manta. Aseguran que en el verano, la feria era por lo menos un tercio de lo que es hoy.

El caso de José Luis es ejemplo de esto, hace apenas un mes tenía una dietética que había montado con la indemnización que recibió cuando perdió el empleo poco antes de la cuarentena. La situación económica hizo que terminará por cerrar su negocio y hace quince días asiste a la feria para vender los alimentos y los tuppers que les quedaron del local.

Historias como la de él se repiten en el centenar de mantas con las que comparten predio.