Política y Economía
Cómo armar un presupuesto de obra confiable en un contexto inflacionario
En la Argentina actual, presupuestar una obra requiere mucho más que estimaciones generales. Un proyecto definido, actualizaciones constantes y contratos bien ajustados son claves para evitar sobrecostos en un escenario de inflación persistente.
Presupuestar una obra en la Argentina se ha convertido en un ejercicio de precisión técnica y financiera. En un contexto inflacionario y volátil, la diferencia entre un proyecto ordenado y uno incompleto puede derivar en desvíos millonarios, por lo que ya no alcanza con una simple lista de materiales o cálculos generales.
En este escenario, el Índice CAC se transformó en una referencia imprescindible para el sector de la construcción. Aunque cada rubro tiene su propia sensibilidad, existen seis componentes que definen el presupuesto de manera contundente: mano de obra, acero, hormigón elaborado, mampostería, instalaciones y terminaciones. “Estos ítems requieren actualización constante y un conocimiento fino del mercado. Para que funcionen como base de cálculo, el proyecto debe estar completamente definido y acompañado de un rubrado exhaustivo que evite sorpresas”, explicó Fabián Bruno, responsable de proyectos de Desarrolladora Spazios.
Muchos de los problemas —y sobrecostos— aparecen incluso antes de iniciar la obra. “Un presupuesto solo es confiable cuando existe un proyecto cerrado, una memoria descriptiva clara y un rubrado detallado que permita comparar cotizaciones en igualdad de condiciones. Sin estos documentos, cada proveedor presupone algo distinto y la obra comienza con un margen de error garantizado”, agregó el especialista.
El nivel de definición del proyecto está directamente relacionado con el margen de incremento de los costos. Cuanto más incompleta es la documentación, mayores son los desvíos. En ese sentido, Bruno remarcó que “el seguimiento mensual del Índice CAC es esencial para proyectar escenarios, definir cláusulas de ajuste y evitar desfases significativos en contratos que pueden extenderse durante varios meses o incluso años”.
En áreas de presupuesto profesionales, los valores deben actualizarse todos los meses, y en contextos de alta inflación, incluso semana a semana. “El CAC es la referencia más utilizada para validar si los precios propios acompañan la realidad del costo de construcción”, sostuvo.
Además del costo directo de la obra, existen costos indirectos que pueden modificar el presupuesto final. Entre ellos se incluyen estudios de suelo, interferencias con instalaciones, logística, seguros, ART, honorarios técnicos y administración. A esto se suman factores imprevisibles como condiciones del terreno, cambios normativos o cuestiones climáticas, que pueden minimizarse con un proyecto completo y reuniones técnicas previas a la adjudicación.
Finalmente, Bruno enumeró los errores más frecuentes que suelen encarecer una obra: asumir que el contratista “entendió todo”, elegir únicamente por precio, adjudicar sin una reunión técnica de cierre y, el más común en la Argentina, presupuestar sin contemplar la evolución del Índice CAC, lo que puede dejar cualquier número desactualizado en pocas semanas.