Rosario y la región
Noche rosarina: falta de control, violencia, clausura y abandono
Hace tiempo que vivir la noche de Rosario es escenario de contradicciones. Lejos quedó la ciudad con los bares del bajo, el río y del centro o boliches para roqueros, cumbieros, punk o fanáticos del pop.
Las opciones para salir a tomar algo con amigos parecen ser cada vez menos y si las hay se concentran en un solo sector de la ciudad. Muchos lugares fueron cerrados, clausurados por denuncias de vecinos, o por falta de legislación y de controles, así como también otros se vieron envueltos en oscuras tramas de violencia, muerte e impunidad.
Tal como sucediò en el caso Carlos "Bocacha" Orellano, quien había ido a tomar algo con los amigos al boliche Ming y apareció muerto en el río Paraná. Desde entonces su familia comenzó una lucha incansable por justicia.
Al estudio de Pantalla Completa, para tratar de analizar la situación agónica de la noche de Rosario y para contar como sigue la causa de Bocacha, estuvo su papá Edgardo, junto a Nico -uno de los amigos de los hijos- y Lautaro quien vivó una historia similar y sobrevivió.
"Estamos mal, en un país sin justicia, sin soberanía, sin libertad. Somos presos de las balas 9 milímetros, calibre de la policía que se las vende a los delincuentes para que hagan lo que están haciendo. Una justicia que no hace justicia, o lo hace para el lado de los delincuentes, porque muchos de ellos fueron detenidos por caso de narcotráfico, pero ya están el libertad con penas de un año o tres años de prisión y quedan en libertad condicional”, contó Orellano.
Sobre la sentencia que pide de entre 18 y 20 años para los responsables que involucra a dos policías y dos patovicas, Edgardo consideró: “Nosotros queremos perpetua, cuatro personas pegándole a un pibe chiquito de contextura física. La otra es por qué le pegaron y los tiraron al río, por qué deshacerse de él, era la primera vez que iba a ese lugar, tal vez haya visto algo que no tenía que ver y ante la duda que sea una agente encubierto lo eliminaron para que no hable”.
Lautaro también contó su historia: “En 2013 viví algo muy tenebroso en el complejo La Fluvial, era la primera vez que iba, quise entrar por una de las puertas y no pude, fui por otra desconociendo el lugar, en ese momento en la oscuridad me agarran dos patovicas, que nunca pude identificar. Me golpearon. Yo quisiera saber si el día de mañana pueden mirar a sus hijos sabiendo que posiblemente haya matado a un chico, porque a mí de dejaron inconsciente a la orilla del Paraná”, resumió.