Rosario y la región
Un alumno de 13 años llevó un arma a la escuela y fue descubierto por una portera
Una situación alarmante se vivió este miércoles al mediodía en una escuela de la zona noroeste de Rosario, cuando personal del Comando Radioeléctrico secuestró un arma de fuego que un estudiante de 13 años había llevado consigo.
El hecho ocurrió en una institución ubicada en San Lorenzo al 8100. Todo comenzó cuando una portera, mientras realizaba tareas de limpieza en una de las aulas, encontró un objeto que le llamó poderosamente la atención por su similitud con una pistola. Ante la sospecha, decidió cerrar el aula y dar aviso inmediato a las autoridades escolares.
Fue así como la directora se comunicó con la policía, que rápidamente se hizo presente en el lugar. Los agentes constataron que se trataba de una pistola de doble cañón, sin numeración visible, la cual fue retirada del establecimiento.
Durante el procedimiento, un alumno de 13 años reconoció que el arma le pertenecía, aunque aseguró no saber que estaba dentro de su mochila.
Al intentar contactar al Juzgado de Menores y al área de Niñez sin obtener respuesta, los efectivos policiales trasladaron al menor junto a su padre a la comisaría 12ª, donde se labraron las actas correspondientes.
Frente a un episodio que generó conmoción en la comunidad educativa, distintas voces se sumaron para reflexionar sobre el trasfondo de estos hechos. Carina Cabo, doctora y profesora en Ciencias de la Educación, brindó su mirada sobre esta problemática creciente.
“Hay que prestar atención como padres antes que en la escuela. Obviamente que la escuela tiene responsabilidad y acompañamiento, pero el rol de la familia es clave”, sostuvo Cabo. Y agregó “No le tengamos miedo a la palabra ‘vigilar’, controlar a nuestros hijos no significa castigar, sino acompañar desde chicos”.
La especialista remarcó que este no es un hecho aislado y que cada vez son más frecuentes situaciones similares en distintos barrios y sectores sociales. “En la preadolescencia y adolescencia, los padres dejamos de ser referentes y muchas veces los chicos buscan esa referencia en otras personas del barrio. Por eso hay que estar atentos a cómo están emocionalmente, si se aíslan, si son violentos con animales o compañeros. Hay signos que podemos detectar desde pequeños”, explicó.
Respecto a la motivación detrás de estos comportamientos, señaló “Puede ser desde el enojo o la necesidad de llamar la atención. Lo preocupante es que, aun si no usan el arma, el solo hecho de tenerla ya puede intimidar a otros compañeros”.
En cuanto a la posible procedencia del arma desde el entorno familiar, Cabo fue contundente“Si el arma viene de la casa, estamos ante un problema mucho más complejo. Allí ya se requiere de políticas públicas que acompañen no solo desde la escuela, sino desde un abordaje mucho más amplio”.
Finalmente, hizo un llamado a trabajar desde la educación emocional “La escuela debe enseñar también a hablar, a escuchar, a canalizar la bronca y la frustración. No podemos responsabilizarla de todo, pero sí tiene un rol fundamental en ofrecer un espacio de contención”.
Este hecho vuelve a encender las alarmas sobre la convivencia escolar, el acceso a armas de fuego y el rol de la comunidad educativa y familiar en la prevención de la violencia.