Una ciudad que respira humo y llora muertos

Muchas veces se escucha decir por la calle que Rosario no da para más. Este lunes muchos se levantaron con la garganta tomada y los ojos irritados por el humo. Desde la política no hay respuestas, la pelota se la pasan de un lado al otro desde hace mucho tiempo. Pero hay muchas más personas que comenzaron el día con los ojos irritados, pero de tantas lágrimas por llorar a sus muertos, porque hay una realidad que tampoco se puede ocultar, la de los 19 menores asesinados en lo que va del año.

Por estos días los chicos del Club 7 de Septiembre recordaron a su compañerito Lucas Vega, de 13 años, asesinado hace una semana cuando salió hasta la esquina de su casa, quien dejó su huella en su paso por la institución. Un móvil de Pantalla Completa estuvo en el lugar, pasar saber cómo se trabaja con los niños más vulnerables.

“A Lucas lo conocimos jugando desde el baby fútbol, el papá lo trajo a jugar a los seis años, estuvo dos o tres años aquí y como tenía condiciones se lo dimos a Central”, contó Dante uno de los responsables de guiar a los chicos en el club y agregó: “Él venía a entrenar porque quería llegar y tenía todas las condiciones para hacerlo”.

“En los últimos años, esta realidad que pasó con Lucas, también le tocó a otros cinco chicos. Nos estamos acostumbrando a algo que no tiene que ser así. Tratamos que estén aquí adentro, y de acá a la casa, que no estén afuera en la calle, tratamos de contenerlo, igual que a los padres. Se tiene que terminar con todo esto, pero no sé, no le encuentran la vuelta”.