Rosario y la región

La autopista más peligrosa del país: una década de robos, muertes y desidia política

Los episodios de violencia en el acceso a Rosario de la traza vial a Córdoba suman una lista interminable. Desde el Estado, en todos sus niveles, nunca hubo una acción concreta para solucionar el problema.
Por Telefe Rosario

La autopista más peligrosa del país: una década de robos, muertes y desidia política | Rosario y la región
Rosario y la región: La autopista más peligrosa del país: una década de robos, muertes y desidia política

La historia reciente, de hace apenas unas horas, cuenta que un delincuente murió cuando junto con un cómplice hizo detener a dos vehículos que circulaban por la autopista Rosario-Córdoba, a la altura del puente de calle Wilde. Esta vez la rutinaria tarea de los robos en esa zona terminó con sangre: una de las víctimas, de 70 años, iba armada y se defendió. Le acertó tres tiros a un muchacho de 18 años que vivía no muy lejos de allí y que posiblemente se crió escuchando las “hazañas” de amigos mayores que contaban cómo con una mecánica simple y bien aceitada podían hacerse de dinero y distintos elementos de valor. Sólo había que tener paciencia, algo de coraje y saber esperar el momento.

El hecho que ocurrió en la noche de este miércoles es el último eslabón de una larguísima cadena de episodios similares -muchos de ellos nunca conocidos públicamente y sin denuncia policial-, cuyo origen puede ubicarse en los días en que se inauguró la autopista, en 2010.

Desde entonces los robos, con idéntica modalidad, se suceden casi a diario ante una nula respuesta oficial. Sólo se advierte cierta reacción cuando un hecho retumba en los medios de comunicación: durante unos días aparecen las luces azules de los patrulleros en medio de esa boca de lobo en que se convierte la autopista cuando cae la tarde. Es una de las trazas más importantes del país y, en la jurisdicción santafesina, está iluminada solamente en los accesos a las ciudades. El que ha transitado por esa zona en horas de la noche sabe que se arriesga a una peligrosa travesía.

El terror de quienes fueron emboscados en ese lugar lo acompañarán por el resto de sus días. “Fueron muy violentos, nos apuntaban, les di algo de plata, me tiraron al piso, me dieron patadas, un culatazo que me dejó con tres puntos en la cabeza y a mi mujer la agarraron del cuello. Incluso, luego de irse, uno volvió, me apuntó, pero al final se fue”. Este testimonio, de un hombre identificado como Eduardo, data de 2016 y es parecido al de Camila, una médica de Corral de Bustos que en 2020 creyó que se moría cuando regresaba a su ciudad en remís: “Implorar que no te maten es una cosa que no le deseo a nadie”.

Hace apenas unos días, a principios de abril, Gustavo Calamari contó horrorizado en los medios cómo fue que a su hijo y a sus amigos casi los matan después de hacerlos detener cuando estaban por llegar al puente de Wilde mientras viajaban en auto de Funes a Rosario. “Mi hijo no está muerto porque la bala no salió”, dijo. Un matrimonio que frenó la marcha para ayudar a los jóvenes también fue asaltado.

Después de ese episodio contó que se ocupó de relevar la seguridad en la zona maldita. “En los primeros días hubo 5 patrulleros; después hubo 3… y ahora no hay nada”, relató en tiempo real por redes sociales. Más de lo mismo: con reacción espasmódica, a los móviles policiales se los ve seguido en los días posteriores a un robo con repercusión pública. Después desaparecen.

Sólo parches

Las promesas para acercar una solución real no han sido muchas en estos años. Desde ninguno de los niveles del Estado (este caso atraviesa a la Nación, a la provincia y a la Municipalidad) se hicieron cargo del problema para arreglarlo. En rigor, se han escuchado más reclamos oportunistas para ganar espacio en los medios que anuncios concretos. Y siempre corriendo detrás del problema.

De todo lo que se habló hay uno que sobresale: en agosto de 2016, en tiempos del fallecido Miguel Lifschitz, el gobierno provincial anunció la construcción de un cerco antivandálico de 2 kilómetros de extensión. El proyecto contemplaba la colocación de rejas de tres metros de altura a ambos lados de la autopista, desde Circunvalación hasta Wilde, para impedir la invasión sobre el asfalto de la traza. También contemplaba la iluminación del tramo. Habían copiado el modelo porteño de la autopista Illia, a la altura de la Villa 31 bis.

Lo último que se escuchó decir sobre esa obra fue un año después, y se trató de una queja de funcionarios provinciales contra Vialidad Nacional porque no autorizaba el inicio de los trabajos. Y ahí, en la desidia de la burocracia estatal, quedó empantanado ese intento.

Todo lo que se hizo después (y también antes) fue responder con el nada original parche del “refuerzo policial”. En abril de 2021 el actual ministro de Seguridad provincial, Jorge Lagna, anunciaba que se habían implementado patrullajes especiales “estáticos y móviles”. Tenía fe el ministro: “Creo que es la manera. Uno está arriba de un puente y otro más cerca de Funes; con eso vamos a andar bien porque es disuasivo, pero siempre se ve algún flanco”. Desde ese momento, sin contar los casos que no se denuncian, se conocieron 10 episodios de asaltos con un saldo de dos muertos.