Los nacimientos caen a mínimos históricos y este año las muertes podrían superar a los partos

Rosario atraviesa una transformación silenciosa que está alterando su ADN demográfico. Los datos recientemente publicados por la Dirección General de Estadística Agencia Rosario Digital revelan que el año 2024 cerró con un total de 15.720 nacimientos registrados en la ciudad, lo que representa una caída del 8,7% respecto al año anterior, según el  informe que publicó este lunes la Dirección General de Estadística Agencia Rosario Digital.

Sin embargo, la profundidad del fenómeno se vuelve más evidente al analizar únicamente a las madres que residen en la ciudad: los nacimientos fueron 9.671, el valor más bajo de los últimos diez años. Este dato marca un hito estadístico sin precedentes, ya que la tasa bruta de natalidad cayó a 9,3 nacimientos por cada mil habitantes, rompiendo por primera vez el histórico "piso" de los dos dígitos.

Este escenario se inserta en una dinámica donde Rosario reafirma su rol como polo sanitario regional, aunque esto sume complejidad a la planificación de sus políticas públicas. Sucede que casi el 40% de los partos registrados en la ciudad corresponden a madres que residen en otras localidades, lo que implica que el sistema de salud local absorbe una demanda que excede sus límites geográficos. En este marco, el sistema público sostiene la mayor parte del esfuerzo asistencial, atendiendo al 53,5% de los nacimientos, con una marcada preponderancia de los efectores municipales que duplican la atención de partos en comparación con los hospitales provinciales.

Más muertes que nacimientos

El director del Registro Civil provincial, Sergio Duarte, ha planteado un pronóstico inquietante que coloca al 2025 como un posible año de quiebre. Según las proyecciones basadas en los datos del primer semestre, la curva de nacimientos sigue decreciendo mientras que la de defunciones se mantiene estable, lo que podría derivar en un crecimiento vegetativo negativo por primera vez en la historia de la ciudad. Si bien en 2024 todavía hubo más nacimientos que fallecimientos, la tendencia indica que ambas líneas están próximas a cruzarse, un fenómeno que ya se observa en grandes centros urbanos de Argentina y el mundo.

Detrás de este "invierno demográfico" subyacen factores multicausales que combinan éxitos de salud pública con crisis estructurales. Por un lado, la reducción notable del embarazo adolescente, que ahora representa solo el 0,2% de los casos, es leída como una noticia positiva atribuible a políticas de prevención. Por el otro, la inestabilidad laboral, las dificultades para acceder a una vivienda y el aumento de hogares monoparentales o parejas que deciden no tener hijos —en gran medida por el contexto socioeconómico— actúan como potentes inhibidores del crecimiento poblacional.

Las consecuencias de este fenómeno ya comienzan a proyectarse sobre la infraestructura de la ciudad. Una base de la pirámide poblacional cada vez más pequeña implica desafíos inmediatos para la matrícula escolar, el funcionamiento de los efectores de salud infantil y la planificación de las actividades de primera infancia. Al mismo tiempo, el estiramiento de la expectativa de vida obliga a pensar en una ciudad que deberá reasignar recursos para atender a una población adulta cada vez más numerosa. 
Rosario, una ciudad que creció bajo el signo de la expansión, se enfrenta ahora al reto de gestionar un futuro donde el dinamismo demográfico parece haber entrado en un ciclo de retracción.